"Basta de matar a nuestros alumnos", el grito de los docentes rosarinos

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“Se corrió un límite”, es una de las frases que más se repiten entre los rosarinos en los últimos días. Quienes habitan las escuelas no son la excepción. Los docentes lamentan cada vez más seguido la muerte de sus alumnos, menores de edad cuyas vidas son truncadas por la violencia urbana, y piden respuestas concretas para una problemática que cada vez los toca más de cerca. Este lunes dos instituciones tuvieron las puertas cerradas como consecuencia de ola de sangre que no da tregua. Aunque todos coinciden con que es el mejor lugar para que estén los chicos, ni la Escuela Bilingüe Nº 1344 Cacique Taigoyé, a la que iba el pibe de once años asesinado mientras estaba en un cumpleaños, ni la Escuela Nº 6.430 Isabel La Católica, atacada a balazos, pudieron dar clases.

La ciudad, azotada desde hace años por la inseguridad y el narcotráfico, estuvo en la boca del país y del mundo tras la amenaza a la familia de Antonela Roccuzzo, la esposa de Lionel Messi, y al intendente Pablo Javkin. Cuando se empezaban a disipar los flashes, los medios porteños apagaban sus cámaras y guardaban los “chalecos antibalas”, un feroz ataque a tiros en Empalme Graneros dejó como saldo un niño de once años muerto y otros tres menores de edad heridos.

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Horas después, este domingo a la noche, fue baleada la Escuela Nº 6.430, ubicada en la esquina de Grandoli y Ayolas. Los impactos perforaron puertas, rejas y un pizarrón ubicado en la entrada del edificio. Según indicaron vecinos, se escucharon más de una decena de tiros. Las autoridades de la institución decidieron suspender las clases tras la balacera.

Durante 2022, mataron a 33 menores de 18 años en Rosario, de los cuales 29 fueron a balazos y 26 en contextos de narcocriminalidad. En lo que va de este año ya son cuatro los chicos asesinados. Como respuesta a los ataques de este fin de semana, este lunes las escuelas públicas rosarinas tuvieron la bandera a media asta. La medida fue impulsada por Amsafé e invitaba a que se leyera una carta al comienzo de la jornada.

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“Cada día son más los pibes y pibas asesinados. Hoy, en una escuela de la zona norte de Rosario tenemos otro banco vacío. No es que se mudó. No dejó la escuela. Maxi, un chico de apenas 11 años fue asesinado. No podemos permitir que esto siga así. No podemos aceptarlo con resignación. Dónde quedaron los derechos de las infancias cuando no se respeta ni el derecho a la vida”, reclamaron los docentes en el escrito.

Además, este martes, en el marco de la discusión paritaria y las medidas de fuerza que lleva adelante la docencia ante la oferta salarial del gobierno provincial, el gremio marchará desde la Plaza 25 de Mayo a la sede local de Gobernación y decidió sumar la consigna “Basta de matar a nuestrxs alumnos”. “Tenemos mucho dolor, tristeza, angustia, preocupación y enojo”, resumió en diálogo con La Capital el representante de Amsafé Rosario, Juan Pablo Casiello. Además de reiterar el acompañamiento a la comunidad educativa de la escuela a la que asistía el pibe asesinado, consideró que la situación “ya es insostenible”.

“El territorio está manejado por las bandas narcopoliciales. ¿Qué se puede hacer frente al fusilamiento de cuatro chiquitos que están jugando en la vereda? Pareciera que todo pierde sentido”, cuestionó. En ese sentido, contó que en las escuelas de los barrios los relatos de los niños están teñidos de violencia. “Es común que le cuenten a las seños que la noche anterior se tuvieron que tirar al piso porque hubo balazos, que les cuenten que hay un vecino que tiene un arma que está buenísima”, detalló.

Por su parte, Martín Lucero, referente de Sadop, planteó que hay cuestiones que no dependen de las escuelas y “se le escapan notoriamente”. “No estamos preparados para que maten a nuestros alumnos, para que baleen nuestros colegios. Cómo evita un docente una balacera en la puerta de la escuela. La verdad no tengo respuesta”, analizó.

Para el gremialista “esto que estamos viviendo se fue de las manos hace bastante” y destacó que los docentes privados están dispuestos “a poner su parte” en un “un gran pacto social, sin identificación de sectores políticos, para hacerle frente a la inseguridad”. “El poder político se tiene que poner al frente de este tema. Las escuelas no podemos ser la ambulancia de los defectos de otras políticas públicas”, remató.

El propio Javkin se refirió al tema y expresó su preocupación: “No podemos permitir que toquen a los chicos, que toquen las escuelas porque si hay algo para cortar con esto de raíz es que los chicos estén en las escuelas”. “La verdad es que no es lo mejor que hoy tengamos dos escuelas cerradas”, resaltó el intendente.

Un fenómeno que se recrudece

Adrián Gómez es docente y en 2014, tras el linchamiento de David Moreira, fue uno de los que impulsó la creación del colectivo “Basta de matar a nuestros alumnos”. Casi una década después, le dijo a La Capital que “la situación actual es incluso mucho más grave de lo que pasaba en ese momento”. Las muertes que lamentan los maestros ya no son sólo de adolescentes, sino que cada vez más niños y niñas quedan envueltos en las disputas y son asesinados a sangre fría.

“¿Cómo se sale de esto?”, es el gran interrogante. “No le encontramos respuesta ni vemos una salida. Nosotros somos solo docentes”, sostuvo Gómez en contacto con este diario. En esa línea, sentenció: “Esto es responsabilidad de un gobierno al que evidentemente no le importa nada la vida de estos pibes”.

El maestro mencionó “la soledad” en la que se encuentran quienes trabajan en los barrios más calientes de la ciudad y aunque valoró la labor de los equipos socioeducativos del Ministerio de Educación provincial consideró que es tanta la demanda, que muchas veces se quedan cortos. “Las escuelas más grandes tendrían que tener un equipo socioeducativo trabajando con ellos. Por zona tendría que nuclear dos o tres escuelas para poder laburar para que realmente tengamos a los pibes dentro de las escuelas”, argumentó.

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Al respecto, enfatizó en la necesidad de cuidar y proteger las infancias. “Hay que ofrecerles lo mejor. Cuando hablamos de las condiciones en las que están las escuelas, lo decimos porque tienen que tener el mejor edificio, las mejores maestras, la mejor comida, la mejor tecnología y eso no está garantizado. Teniendo en cuenta las condiciones que viven, la escuela tiene que ofrecerles algo distinto. Las mejores escuelas tienen que ser para estos barrios”, expresó Gómez.

Mientras esperan más y mejores respuestas de las autoridades, los maestros y directivos de las zonas más castigadas por la violencia hacen su parte. Escuchan a las familias y tratan de entender sus problemáticas. “Hay familias que vienen y nos dicen que los chicos no van a poder venir por un mes porque están amenazados. Ahí intentamos enviar tareas, resolver el conflicto, usar el diálogo. Los llamamos cuando desaparecen, no nos da lo mismo que vengan o no vengan a la escuela”, aseveró.

Por último, el referente del colectivo “Basta de matar a nuestros alumnos” pidió desnaturalizar la violencia y que esto no quede solo en el gesto de las banderas a media asta. Aunque aclaró que “esto no se arregla ni con más policía ni con más gendarmería”. El desafío es que los chicos no dejen de ir a la escuela a pesar del contexto en el que viven.

Escuelas en la mira

Los ataques a las escuelas se agravaron en el último tiempo. En abril del año pasado, por ejemplo, la comunidad educativa de la Escuela Islas Malvinas, ubicada en España y Uriburu, se encontró con una amenaza impactante: 46 vainas servidas y un cartel con un mensaje violento en el ingreso al edificio.

Si bien no se trató de una balacera, el hecho puso en alerta a los docentes y directivos de la institución. Muchos de los chicos que asisten a la institución vienen de barrios como Villa Moreno, Flammarion y Hume, que como tantos otros son escenarios cotidianos de la violencia callejera. Ante el impacto que se generó los padres de los alumnos decidieron no dejar a los chicos en la escuela.

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Los que tampoco tuvieron clases fueron Valentín Solís de 14 años y Eric Galli de 15 el jueves 24 de noviembre. En la Escuela Lola Mora no había agua así que se suspendieron las actividades. Entonces se fueron a los pies de la torre 14 del Fonavi de Rouillón y Seguí, donde vive la abuela y otros familiares de Valentín. Compraron una gaseosa, se encontraron con su amigo Enzo y se sentaron a pasar el rato.

Al rato Enzo se fue, en el lugar quedaron Valentín y Eric. Eran las 16, había poco movimiento entre las torres. Los chicos apenas alcanzaron a reaccionar cuando tres pibes que pasaron a las corridas los balearon con un arma de repetición rápida. Ambos murieron, tenían 14 y 15 años. Al día siguiente, la escuela volvió a cerrar. Esta vez fue por duelo.

Este lunes el escenario se volvió a repetir. Dos instituciones no dieron clases porque sus comunidades educativas están atravesadas por la violencia. Mientras tanto, todos coinciden: se corrió un límite.

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